Rosa Ángela Ritter
En los años posteriores a la Gran Guerra la “nueva escuela” había avanzado en su tarea de diferenciación de la tradición historiográfica heredada, y del mundo de las letras fundada en su dominio del método, lo que les permitía la objetividad en dicha tarea. Agregándose la conducción del proceso de ampliación y consolidación de las instituciones de la historia profesional.
Ya transitando la Segunda Guerra Mundial creció la base institucional con la fundación de nuevas carreras, centros de investigaciones y revistas especializadas en circulación, además del contacto con historiadores y centros extranjeros.
En Europa, la transformación en una disciplina profesional se produjo a lo largo del Siglo XIX. En nuestro país el fortalecimiento de los espacios profesionales lentamente fue formado parte del proceso de organización del aparato estatal quien ejerció sobre la historia una fuerte demanda que influyó en el mundo de los historiadores. El documento y su crítica resultaron los elementos centrales en la constitución de una historiografía de nuevo tipo.
Los historiadores de la “nueva escuela” estaban empeñados en una historia objetiva, libres de presiones facciosas de los descendientes de quienes habían participado en las luchas del siglo XIX, y en poner a disposición de los historiadores los documentos indispensables para que su tarea sea plenamente científica. A este esfuerzo contribuyeron también diferentes tipos de entidades cuyas publicaciones fueron subvencionadas por el Estado. Además, éste, desempeñó un papel importante en la fundación de centros de educación superior donde se obtendrían las credenciales necesarias que avalaban el trabajo historiográfico.
Varias asociaciones se disputaron un lugar en la reciente estructura de la historia profesional, en particular en los años 30. Entre miembros de las asociaciones más asentadas y eruditas coincidían en los requisitos metodológicos exigidos a la historia científica y en la función social del historiador que en esa época debían desempeñar fortaleciendo la conciencia nacional.
El triunfo ideológico del grupo de la “nueva escuela” se dio con la creación de la imagen del historiador profesional y de su tarea que gozó de aceptación general.
A fines de 1918 la “nueva escuela” era un grupo reducido con base en la facultad de Filosofía y Letras. Unificado en el reclamo metodológico y la búsqueda de un espacio propio en la Universidad, se habría transformado en los años 30 en un sistema de relaciones entre los viejos miembros, instalados ahora en la dirección o puestos relevantes en las varias instituciones, que se hallaban en amable competencia de la historia profesionalizada. 1
En la consolidación de este espacio, tuvieron, las revistas un papel destacado, (publicaciones dirigidas a lectores cultos).
Luego aparecen ya en los años 20 el Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas y el Boletín de la Junta de Historia y Numismática, inaugurándose una época de profesionalización de las revistas históricas gracias a la existencia de investigadores e instituciones que brindaron los materiales y las sedes.
También se observa que en la enseñanza de la Historia predominaban los contenidos que desarrollaran el sentimiento nacionalista y el patriotismo y aún en la actualidad la historia es una disciplina preservadora de la memoria colectiva, destinada a la formación de la conciencia nacional.
CONCLUSIÓN
Observamos que la Historia profesional y científica recorrió un camino ascendente y se puede decir que la “nueva escuela” albergó, según Carbia, varias corrientes y pero solo tres han alcanzado definición:
-La que se polariza en los centros universitarios de Bs. As. Y la Plata.
-La que informa los estudios históricos en los medios provincianos.
-La que tomando como epicentro a la Dictadura, anhelaba darle otro sentido y otra comprensión a todo el pretérito argentino posterior a 1810 2. La sede de estas corrientes fueron la Facultad de Filosofía y letras de Bs. As; de la facultad de Humanidades de la Plata, el Instituto del Profesorado, cátedras de algunas Universidades del Interior y el Instituto Juan M. De Rosas.
Según Carbia la historia científica no solo se había impuesto sino que en la Argentina de 1940 no habría prácticamente ningún grupo dedicado con alguna seriedad al estudio del pasado que no pudiera filiarse con la “nueva escuela” 3 Es conveniente observar las críticas de algunos autores relevantes, como Emilio Ravignani y Ricardo Levene, que hacían a la profesionalización de la historia en la época, por ejemplo, consideraba Ravignani que ni Bartolomé Mitre ni Fidel López habían sido sustituidos.
Ricardo Levene observaba la escasez de recursos humanos, ausencia de lectura general y comprensiva, débil intervención en el mundo de la cultura.
Estos autores consideraban que estos factores eran obstáculos que acompañaban a la profesionalización.
Así es como los hombres agrupados en la Nueva Escuela se constituyen en el primer grupo de historiadores plenamente profesionales que surge en el país, en una estricta visión del trabajo histórico, que pone en primer plano la recolección y crítica de materiales. Partiendo de cero, la historiografía del período 1852 hasta 1914 estuvo relacionada a rastrear las vinculaciones entre historia, política, cultura y sociedad.
Los integrantes se sentían parte del proceso histórico y se volcaron de un modo u otro al ejercicio de su vocación por los estudios históricos. Fueron también desde la historiografía y desde su labor de investigación los artífices de la historia del país y sentaron los principios fundamentales de una práctica de esta disciplina que se regiría por ellos durante muchos años.
A partir de esta etapa la “nueva escuela” condujo el proceso de ampliación y consolidación de las instituciones de la historia profesional que se desarrollaría en las siguientes décadas.
1 Cattaruza, Alejandro:. “Políticas de la Historia Argentina 1860-1996. Pág. 119
2 CATTARUZA, Alejandro. Op. Cit. Pag. 129
3 CATTARUZA, Alejandr Op. Cit. Pág. 130
BIBLIOGRAFÍA:
· CATTARUZA, Alejandro y Alejandro Eujanián. “Políticas de la Historia Argentina 1860-1960. Bs. As., Alianza, 2003.
· RAVINA, Aurora, “La Historiografía”. En Academia Nacional de la Historia. Nueva Historia de la Nación Argentina. Bs. As., Planeta, 2001, t. VI.
. HALPERIN DONGHI, Tulio. “Ensayos de Historiografía”, Bs. As., El Cielo por Asalto, 1996.
En los años posteriores a la Gran Guerra la “nueva escuela” había avanzado en su tarea de diferenciación de la tradición historiográfica heredada, y del mundo de las letras fundada en su dominio del método, lo que les permitía la objetividad en dicha tarea. Agregándose la conducción del proceso de ampliación y consolidación de las instituciones de la historia profesional.
Ya transitando la Segunda Guerra Mundial creció la base institucional con la fundación de nuevas carreras, centros de investigaciones y revistas especializadas en circulación, además del contacto con historiadores y centros extranjeros.
En Europa, la transformación en una disciplina profesional se produjo a lo largo del Siglo XIX. En nuestro país el fortalecimiento de los espacios profesionales lentamente fue formado parte del proceso de organización del aparato estatal quien ejerció sobre la historia una fuerte demanda que influyó en el mundo de los historiadores. El documento y su crítica resultaron los elementos centrales en la constitución de una historiografía de nuevo tipo.
Los historiadores de la “nueva escuela” estaban empeñados en una historia objetiva, libres de presiones facciosas de los descendientes de quienes habían participado en las luchas del siglo XIX, y en poner a disposición de los historiadores los documentos indispensables para que su tarea sea plenamente científica. A este esfuerzo contribuyeron también diferentes tipos de entidades cuyas publicaciones fueron subvencionadas por el Estado. Además, éste, desempeñó un papel importante en la fundación de centros de educación superior donde se obtendrían las credenciales necesarias que avalaban el trabajo historiográfico.
Varias asociaciones se disputaron un lugar en la reciente estructura de la historia profesional, en particular en los años 30. Entre miembros de las asociaciones más asentadas y eruditas coincidían en los requisitos metodológicos exigidos a la historia científica y en la función social del historiador que en esa época debían desempeñar fortaleciendo la conciencia nacional.
El triunfo ideológico del grupo de la “nueva escuela” se dio con la creación de la imagen del historiador profesional y de su tarea que gozó de aceptación general.
A fines de 1918 la “nueva escuela” era un grupo reducido con base en la facultad de Filosofía y Letras. Unificado en el reclamo metodológico y la búsqueda de un espacio propio en la Universidad, se habría transformado en los años 30 en un sistema de relaciones entre los viejos miembros, instalados ahora en la dirección o puestos relevantes en las varias instituciones, que se hallaban en amable competencia de la historia profesionalizada. 1
En la consolidación de este espacio, tuvieron, las revistas un papel destacado, (publicaciones dirigidas a lectores cultos).
Luego aparecen ya en los años 20 el Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas y el Boletín de la Junta de Historia y Numismática, inaugurándose una época de profesionalización de las revistas históricas gracias a la existencia de investigadores e instituciones que brindaron los materiales y las sedes.
También se observa que en la enseñanza de la Historia predominaban los contenidos que desarrollaran el sentimiento nacionalista y el patriotismo y aún en la actualidad la historia es una disciplina preservadora de la memoria colectiva, destinada a la formación de la conciencia nacional.
CONCLUSIÓN
Observamos que la Historia profesional y científica recorrió un camino ascendente y se puede decir que la “nueva escuela” albergó, según Carbia, varias corrientes y pero solo tres han alcanzado definición:
-La que se polariza en los centros universitarios de Bs. As. Y la Plata.
-La que informa los estudios históricos en los medios provincianos.
-La que tomando como epicentro a la Dictadura, anhelaba darle otro sentido y otra comprensión a todo el pretérito argentino posterior a 1810 2. La sede de estas corrientes fueron la Facultad de Filosofía y letras de Bs. As; de la facultad de Humanidades de la Plata, el Instituto del Profesorado, cátedras de algunas Universidades del Interior y el Instituto Juan M. De Rosas.
Según Carbia la historia científica no solo se había impuesto sino que en la Argentina de 1940 no habría prácticamente ningún grupo dedicado con alguna seriedad al estudio del pasado que no pudiera filiarse con la “nueva escuela” 3 Es conveniente observar las críticas de algunos autores relevantes, como Emilio Ravignani y Ricardo Levene, que hacían a la profesionalización de la historia en la época, por ejemplo, consideraba Ravignani que ni Bartolomé Mitre ni Fidel López habían sido sustituidos.
Ricardo Levene observaba la escasez de recursos humanos, ausencia de lectura general y comprensiva, débil intervención en el mundo de la cultura.
Estos autores consideraban que estos factores eran obstáculos que acompañaban a la profesionalización.
Así es como los hombres agrupados en la Nueva Escuela se constituyen en el primer grupo de historiadores plenamente profesionales que surge en el país, en una estricta visión del trabajo histórico, que pone en primer plano la recolección y crítica de materiales. Partiendo de cero, la historiografía del período 1852 hasta 1914 estuvo relacionada a rastrear las vinculaciones entre historia, política, cultura y sociedad.
Los integrantes se sentían parte del proceso histórico y se volcaron de un modo u otro al ejercicio de su vocación por los estudios históricos. Fueron también desde la historiografía y desde su labor de investigación los artífices de la historia del país y sentaron los principios fundamentales de una práctica de esta disciplina que se regiría por ellos durante muchos años.
A partir de esta etapa la “nueva escuela” condujo el proceso de ampliación y consolidación de las instituciones de la historia profesional que se desarrollaría en las siguientes décadas.
1 Cattaruza, Alejandro:. “Políticas de la Historia Argentina 1860-1996. Pág. 119
2 CATTARUZA, Alejandro. Op. Cit. Pag. 129
3 CATTARUZA, Alejandr Op. Cit. Pág. 130
BIBLIOGRAFÍA:
· CATTARUZA, Alejandro y Alejandro Eujanián. “Políticas de la Historia Argentina 1860-1960. Bs. As., Alianza, 2003.
· RAVINA, Aurora, “La Historiografía”. En Academia Nacional de la Historia. Nueva Historia de la Nación Argentina. Bs. As., Planeta, 2001, t. VI.
. HALPERIN DONGHI, Tulio. “Ensayos de Historiografía”, Bs. As., El Cielo por Asalto, 1996.
Rosa Ángela Ritter
Profesora en Plástica Manual en la Especialidad: Expresión y Comunicación Artística y su Didáctica. Profesora Para la Enseñanza Primaria. Profesora en Historia y Educación Cívica. Licenciada en Gestión Educativa. Licenciada en Historia. Especialista en Didáctica y Currículum 2009.-
Profesora interina en la cátedra de Didáctica de las Ciencias Sociales y su Tratamiento Didáctico. Profesorado de Educación Especial.
2- Profesora Interina en la cátedra de Relación Estado Ciudadanía. Tecnicatura Superior en Producción Agraria.
3- Profesora Interina en la cátedra de Relación Estado Ciudadanía. Tecnicatura Superior en Gestión y Administración.
2- Profesora Interina en la cátedra de Relación Estado Ciudadanía. Tecnicatura Superior en Producción Agraria.
3- Profesora Interina en la cátedra de Relación Estado Ciudadanía. Tecnicatura Superior en Gestión y Administración.
Regente del ISFD "E. Sábato"-
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